viernes, 28 de marzo de 2008

El Templo del Cielo (día 5)


Un día más en Beijing y éste, también, decidimos tomarlo con calma. Entre los madrugones, las salidas nocturnas, las agujetas y las palizas, nos merecíamos un descanso.

 


Beijing decidió despedirse de nosotras con un día soleado y templado. Desayunamos en el bar del Youth Hostel y fuimos en taxi a la estación para dejar las maletas en consigna.

 

El edificio de la estación (Este) es apabullante, enorme. Impresiona, realmente. Además funciona un poco como un aeropuerto. Controles de equipaje y policiales, salas de espera como salas de embarque...

 


A la entrada pasas un control policial y las maletas pasan por un scanner. Dejamos las maletas en consigna (nos hicieron abrirlas primero) y buscamos un taxi que nos llevara al Templo del Cielo. El primero que encontramos no quería poner el taxímetro y pretendía cobrarnos 80 yuanes. Le dijimos que no, le hicimos parar, nos bajamos y paramos otro taxi. La carrera nos costó 22 yuanes (2 euros con 20).

 

El Templo del Cielo es muy bonito. Es una zona ajardinada con varios templos y pabellones. Es donde el Emperador iba, una vez al año, a rezar para obtener una buena cosecha.

 


El día acompañó bastante, con el sol, los colores se veían muy vivos y vibrantes. A la entrada del recinto, antes de las taquillas, hay un letrero con una serie de prohibiciones. Se pide contemplar especialmente las prohibiciones en el Gran Corredor. Merece la pena leerlas y luego acercarse al Gran Corredor, que es como un pabellón psiquiátrico... Una locura.

 

¿Curiosidades? El Muro del Eco o la cima del Templo. Ambos lugares tienen características acústicas muy curiosas, aunque no resulta sencillo comprobarlas debido a la cantidad de gente.

 

Dentro del recinto también hay sitios para comer o tomar un tentenpié. Nosotras comimos allí mismo para terminar nuestra visita por la tarde, ya oscureciendo.

 

Desde el Templo del Cielo fuimos en taxi a la estación, pero esta vez el taxista nos dejó en otra entrada del edificio y nos las vimos y nos las deseamos para orientarnos y localizar la consigna.

 

El mundo de la estación de trenes es impresionante. Lo primero que hay que averiguar (en los letreros luminosos) es la sala de espera que te ha tocado. Cada sala de espera alberga a los pasajeros para tres o cuatro trenes. Es como una sala de pre-embarque. A la entrada enseñas tu billete. Hay alguna tiendita y cafetería. Si no llegas con tiempo, encontrar sitio para sentarte te resultará complicado...  Ya en la sala de espera no se puede fumar.

 


Allí esperas tranquilamente, mirando los letreros luminosos (en chino y en inglés) a que te llamen para embarcar en tu tren.

 

Los compartimentos de cama blanda (del tren Beijing-Xi’an; ignoro cómo serán otros) están muy bien. Son dos literas a cada lado, un compartimento para las maletas encima de la puerta. Edredones y almohadas doblados y limpios. Mesilla de noche con el aparato eléctrico para calentar agua para hacer té.

 

Además, cada litera tiene su propia tele y cascos (de cuatro que había en el compartimento, tres estaban rotos, pero nos los cambiaron sin problemas). La programación es bastante mediocre y encima en chino, pero bueno...

 

Hay un vagón cafetería que cierra por la noche (no sabemos a qué hora). Se puede fumar en los rellanos entre vagón y vagón, y si no quieres acostarte, puedes sentarte en el pasillo a leer o escuchar música...

 

Las camas no son cómodas, la verdad, pero si estás suficientemente cansado, dormir no es muy complicado... Lo malo es que te puede tocar compartir compartimento con alguien a quien le huelan los pies, o que ronque, o sabe Dios qué...

 

Los compartimentos son mixtos; a nosotras nos tocó compartir con dos chinos, padre e hijo. Limpios, educados y no roncaban. Una suerte, porque nosotras casi no pegamos ojo en toda la noche... El hijo se portó muy bien, estuvo muy pendiente de que no nos olvidáramos nada y de bajarnos las maletas e incluso intentó comunicarse un poco en inglés, pero se rindió pronto...

 


Al principio y al final del vagón hay sendos lavabos y sendos baños. Por la mañana los chinos van todos en fila a asearse y a echar el escupitajo mañanero a los lavabos. Uno de los baños es letrina y el otro wáter, así que hay para elegir.

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